Y los pies enterrados en la arena
y nosotros quemando las palabras
y el cielo estrellado nos miraba
de lejos..
perplejo..
equívoco..
ausente tu
bajo tu cielo
esperandote yo
bajo el mio.
era el mismo?
Yo tuve los pies enterrados en las arena
y no dejé, esta vez
que el agua los mojara.
y nosotros quemando las palabras
y el cielo estrellado nos miraba
de lejos..
perplejo..
equívoco..
ausente tu
bajo tu cielo
esperandote yo
bajo el mio.
era el mismo?
Yo tuve los pies enterrados en las arena
y no dejé, esta vez
que el agua los mojara.
Nunca le hago ascos a un buen poema, así que tendré que pasarme por aquí más a menudo.
ResponderEliminarUn beso.
Mi Señora Veronika,
ResponderEliminarDespués de disfrutar de sus poemas, meditaciones, diálogos, monólogos, historias, sueños, fantasías y abstracciones, concluyo que apenas la conozco.
Solo sé de usted, lo que usted pide con su lírica y sonrojos, es decir, una persona que sea el complemento humano ante sus ojos, o quizás y al menos el no necesitarlo si no puede encontrarlo, ni él encontrarla.
Lo primero que me recuerda en su visita, es que miró mi perfil y mi edad: 90.
Sí esos son los años de mi yo, héroe de pacotilla y versos rotos, ¿y?.
Por supuesto y a pesar de mis canas entre azabache negro, yo podría ser ese hombre que llegase a la altura de su aliento para llenar su diafragma con aire de tornado y giro de lo humano, de los que convierten la caricia en cadena y la cadena en látigo de acero que arranca las barreras y fronteras de nuestras propias idioteces; eso sí, para coronarnos como reyes lelos en un fatal amor de enamorados, que dura lo que dura, pero jamás lo que esperamos, porque jamás espera lo absoluto si nace de la relativa química.
La leí (yo a usted) en este medio, y aquí solo soy palabra, nada más y a veces nada menos.
¡Qué desafiante hubiese sido, ser aquel escritor del bar, para ofrecerle la llave de mi silencio atravesando con mi lengua su gusto y sus papilas, en contacto intenso en inmenso abrazo! (sin diálogos).
Pero también él, era un escrito y así no perdió sus besos, ni usted tuvo el espacio de afrentarme en un desquite de pupilas de haberlo yo sustituido.
Cruzadas vías, sin estación de encuentro, cruzados deseos sin desearnos.
Cuídese, mi Señora y suerte en su camino, volveré en el tiempo que para mí no pasa, algún día, seguro que algún día.
Suyo ya desde antes de leerla, Z+-----