Salvando-nos

Creo que eran las seis. En aquel apartamento que tantos cuerpos vio sudar. El sitio de los corazones desgraciados y las medias noches desveladas. Todavía desconocían la manera de tratarse y decirse las cosas, ninguno intuía la violencia ni el tono de los reproches. No sabían si habría siquiera algún reproche, o era que tal vez el tiempo había sido tan absurdamente benévolo que ya nada de aquello tenía sentido.
se sentaron frente a frente con los pies descalzos en el sofá y empezó el intercambio de ideas, las diferencias que apenas parecían diferentes, los silencios y las miradas a los ojos.
Julio en las baldosas. Cigarrillos mal apagados y una parsimonia en las palabras que derretía al mas frío de los mortales.
No hubo discusión al fin. No hubo regaños ni gritos.
Las anfetas, los restos de wiskhy...el dolor, el suicidio, la indiferencia, el abandono, todo aquello era parte del juego entre dos que por desgracia se conocían mucho.
Pero sortearon la última carta.
Decidieron continuar con la suerte de sentirse vivos y con el tiempo para volver a creer en el reflejo de los espejos de un apartamento que aún olía a sexo y a tostaditas con mantequilla de las mañanas.