Recuerdo que leí el titular en el periódico del domingo. Tenía que ir a ese funeral, había sido importante en mi vida.
Busqué un vestido negro de cóctel porque pese a las circunstancias, no dejaba de ser un fiesta. En mi ultima conferencia había estrenado unos tacones de infarto que aún conservaban el brillo del último lustrado.
Habían pasado años de la última vez, y siempre le había gustado mis piernas.
Tenía que ir a ese funeral.
Una redecilla negra que cubra un poco mis ojos brillantes y nada mas.
Llegué a la Iglesia y no me sorprendió verlas. A todas ellas. Unas mas emocionadas que otras, unas mas avejentadas que otras, mas solas que otras. Pero todas ellas, presentes.
Era increíble la sensación de calor que se respiraba en la sala, un aire casi mundano y pasional.¿ Cuántos deseos estaban encarnados en esos bancos? en esos vestidos? en los escotes?
Era un funeral.
Miré de reojo y observé que todas ellas se abanicaban de alguna manera. Mis piernas empezaban a sudar y mi sexo a palpitar, pero no existía nada mas que la presencia del muerto, la mezcla de perfumes importados, vestidos caros y tacones.
El escenario se transformó en una especie de histeria contenida, una mirada arrebatadora de pieles, pezones excitados y bocas entreabiertas. Todas estábamos allí.
Pese a todo, no dejaba de ser una fiesta. No todos los días muere un Amante.
Jejeje pues era buen amante para tener tantas mujeres y que todas fueran al funeral
ResponderEliminarSaludos!!
Buen texto
Por fin le decían adios. :))
EliminarPonerse guapa para el funeral. Incluso eso..., erecto, como ululando. Los pezones como el pico Aneto, y la mano del muerto, desdejada, con todo el pudor de la muerte, con ese dedo tan pálido, casi una mueca.
ResponderEliminarmorbo en estado puro.;)
EliminarMuerte y deseo. Las energías calóricas fluyen a mil en funerales. Un abrazo.
ResponderEliminarY ahi estaban, muriendo y resucitando a la vez. :)
EliminarLa muerte del hombre perfecto.....ya no quedan de esos....los que aquí quedamos, sólo recogeremos rencores y ausencias.....besos
ResponderEliminarVaya Ud a saber porqué producía eso? o era su muerte?
EliminarSolitario, triste y mudo
ResponderEliminarhállase aquel cementerio;
sus habitantes no lloran...
¡Qué felices son los muertos!
G.A.B.
nadie lloraba, es verdad. :))
EliminarGenio y figura hasta la sepultura...Un abrazo!
ResponderEliminarqué perfección teje este relato, imagino lo que pudo pensar antes y no llego a un punto final
ResponderEliminaradios ;))
aiii Ce, que historias crean nuestros universos....
ResponderEliminarBrillante, que te voy a decir!
llegué tarde al funeral?
ResponderEliminarme gustás narrando.
beso*
¿Luego del entierro, se tomaron una copa a su salud? Coincido con Silvia, me gusta la narración.
ResponderEliminarBeso
Sin duda era la vuelta de tuerca definitiva. Ahí estaban todas, todas juntas, en las mismas cuatro paredes. Publicar la esquela en el periódico del domingo había sido un acierto, mucho más al anunciar que el funeral sería al estilo europeo, con cóctel incluido, así que todas iban discretamente bellísimas. Y eso que no las tenía todas conmigo porque por mucho que me empeñase en amar sólo a mujeres inteligentes y que les gustase la buena música, no siempre lo había conseguido, y dudaba que el eco del funeral llegara a sus oídos.
ResponderEliminarHacía calor y los ventiladores de la iglesia esparcían esencias variopintas que se entremezclaban formando una densa nube que mi pituitaria se afanaba en discernir. Manifesto, Abril, Anais Anais, y cientos más que provocaban un estremecimiento de cada poro de mi piel.
Una mosca se posó en mi nariz, y maldije, incluso me empezé a preocupar, ¿olería mal? Esperaba que el tanatopráctico hubiera hecho un buen trabajo. ¿Con qué me habría perfumado? La Nuit de L'Homme, Drakar Noir, Playboy Berlin, Carolina Herrera...
El funeral había terminado, lo supe porque noté como se elevaba el féretro. Avanzaba por el pasillo de la iglesia lo supe porque una brisa caliente de sollozos que olían a sexo me envolvió.
De pronto el frío y la nada, todo había terminado. Un momento, alguien se acercaba, alguien que no había ido al funeral, inconfundible. Irresistible. Venía a cerrar el círculo. Su círculo. Nuestro círculo.
Te extraño. Incluso cuando te vi te extrañé.
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